La adicción al LSD ocupa el tercer puesto en el mundo, justo después de la adicción a heroína y la cocaína.
Los últimos estudios demuestran que la población mundial ha entrado en crisis. Junto con grandes problemas existenciales, estrés, falta de recursos materiales, la humanidad sufre una continua presión del entorno. Intentando escapar de la cruel realidad, la gente busca distintas maneras de relajarse. Lamentablemente, una de ellas es el consumo de drogas.
El problema se profundiza adicionalmente al moverse la frontera de la edad. Al considerar que hay una clara diferencia entre las drogas duras y blandas los niños tienen el contacto con la marihuana ya desde la escuela primaria. Se trata solo del inicio, mientras que muy rápido se convierte en la adicción.
LSD es, de momento, la droga más popular entre los jóvenes. Casi no se puede disfrutar en las fiestas o los conciertos, incluso salir de noche sin tomarlo.
La adicción al LSD no es algo nuevo
LSD, conocido también como trip, ácido, es una droga sintética alucinógena. Fue descubierta el 16 de noviembre de 1938 por Albert Hofmann. Este químico suizo, dentro de un programa de investigación más grande, buscaba derivados de ergotamina que podían tener relevancia médica. Así sintetizó el LSD-25, del alemán “Lysergsäure-diethylamid”, el derivado sintetizado número 25. Como no presentaba propiedades deseadas, Hofmann dejó la sustancia de lado, para descubrir su verdadero efecto 5 años más tarde.
Un día, antes de irse a casa, el químico consumió LSD por casualidad. Muy pronto sintió vértigo y una sensación de inquietud, mientras que también percibía unas imágenes caleidoscópicas de colores alegres. Repitió el experimento al día siguiente con una dosis más alta, así que produjo efecto más fuerte. Sentía como si estuviera fuera de su propio cuerpo, poseído por un demonio que le controlaba todos los movimientos. Aunque intentaba liberarse de él, no lo conseguía.
A principios de los años 50, la CIA inició una investigación secreta en la cual la adicción al LSD fue utilizada para controlar la mente. El público se enteró de este experimento solo en 1975, pero no tuvo efectos negativos en su uso. ¡Al contrario! Con el inicio del movimiento hippie, el LSD se convirtió en una subcultura especial. Se estima que en ese periodo más de 10% de la población de Estados Unidos y Europa utilizaba esta sustancia ilegal.
Con el tiempo crecía su popularidad, convirtiéndose hoy en día en la parte integral de la vida de las personas alrededor del mundo.
¡La adicción al LSD no es previsible!
LSD normalmente se consume en forma de pastillas, gelatina o polvo. Con no poca frecuencia se consume chupando los cuadraditos de papel. Tan solo media hora después empieza a tener efecto, que puede durar 12 horas sin parar.
El efecto depende de las características personales, así como de la dosis consumada. En las dosis pequeñas “se comporta” como la marihuana, mientras que en las dosis más altas produce serios problemas de la percepción y los sentidos, seguidos de ilusiones y halucinaciones. En última instancia ocurre el cambio completo de la identidad personal y la imagen de sí mismo.
Este viaje, es decir “trip”, se caracteriza por la respiración irregular, cambios en el funcionamiento del corazón, aumento de la tensión arterial y niveles de azúcar en la sangre.
Las consecuencias del consumo de LSD
La dependencia física del LSD no está registrada, pero por eso existe fuerte dependencia psicológica. De hecho, su consumo prolongado, lo mismo que la adicción a la metadona, cocaína y otros opiáceos, afecta los centros en el cerebro, aumentando niveles de serotonina. La consecuencia es el efecto negativo en las funciones cognitivas, incluyendo la concentración, toma de decisiones y comportamiento social.
Al mismo tiempo, frecuentes flashbacks, es decir, los efectos alucinatorios recurrentes sin consumo de los narcóticos, pueden producir malestares psicológicos. Al principio aparecen los ataques de pánico, distintas fobias, ante todo de la muerte. Luego, la ansiedad, depresión, así como las psicosis y esquizofrenia, las que con frecuencia conducen hacia el suicidio.
Dado que la adicción al LSD no presenta síntomas como otros narcóticos, muchos consideran que en todo momento pueden librarse de esta costumbre. Sin embargo, LSD debe tomarse en serio, especialmente si se tiene en cuenta de que deteriora los cromosomos. Por lo tanto, es necesario un tratamiento adecuado.
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